domingo, 3 de diciembre de 2006

El orgullo de ser cristianos

Leemos Panorama Católico Internacional prácticamente desde que vio la luz. Primero en edición impresa - que tenemos celosamente guardada - y luego a través de la Internet, hemos podido leer con gusto sus editoriales, artículos de fondo y dossiers. Todo forjado con honestidad intelectual, excelente doctrina y buen ánimo patriótico. Algo sabemos de la historia de alguno de sus miembros – una buena historia - y ello contribuye aún más a la confianza que nos inspira el leerlos. Quede expresado entonces nuestro reconocimiento a tan noble iniciativa católica.
Sin embargo, nada de lo anterior obsta para indicar la inquietud que genera el sesgo criticón de Panorama. Luego del pontificado de Juan Pablo II - a quien la publicación fiscalizó a troche y moche - se entrevió cierto ánimo indulgente al inicio del reinado de Benedicto XVI. Incluso, en algún editorial, el director de la publicación dio a entender que la cosa venía bien y que, por el momento, podíamos quedarnos tranquilos con la actuación de Su Santidad. En tal sentido, se veía bien la enérgica reprimenda del Papa a algunas conferencias episcopales (la austriaca, por ejemplo), la restauración en muchas diócesis de la Misa tridentina y, sobre todo, la "permeabilidad" papal para con las filas lefebvristas apartadas de Roma.
Pero ahora, sin desconocer las ocasionales indulgencias para con el Papa, Panorama insiste con sus duros juicios al advertir, luego de la visita de Benedicto a Turquía, que en materia de ecumenismo y diálogo interreligioso el Papa "parece ir al garete". Como se ve, toda una disquisición que, si Dios lo permite, será comunicada al Vicario de Cristo para que endereze el Timón y corrija el rumbo.
Nosotros, que vivimos y padecemos bajo la Cátedra de un obispo cuasi herético, bien sabemos de los desvíos litúrgicos, pastorales y teológicos. Sabemos lo que es una diócesis a oscuras y el peligro para la salvación de las almas que ello conlleva. Nadie puede venir a contarnos el escándalo que cometen los sacerdotes apóstatas y los teologillos al uso. Sufrimos a la Iglesia y a la Patria con los obispos acobardados en plena connivencia con la tiranía luciferina hoy enseñoreada. Y la sufrimos con los Farinello, Álvarez Valdés, Maccarone, Marcó, Oesterheld, Mariani y toda la caterva de “homologados al mundo” que por allí pululan. Al igual que los muchachos de PCI, hemos leído a Maurice Pinay, Malachi Martin, Thomas Molnar, Rafael Gambra, Miguel Ayuso, Alberto Caturelli, Carlos Alberto Sacheri y al P. Alfredo Sáenz, por citar sólo a algunos. Y los hemos leído reconociendo en ellos el amor a la Iglesia de Cristo y corroborando todos los días el proceso de autodemolición que señalan. Pero, Dios nos libre y guarde, nada de eso nos lleva a subirnos a nuestro maltrecho banquito y señalar con dedo acusador al Vicario de Cristo en la tierra. Nada nos mueve - y ese mérito no es nuestro sino del Espíritu Santo - a sentenciar los errores de Su Santidad en materia doctrinal, pastoral o litúrgica. Repetimos, Dios nos libre y guarde.
Se nos viene a la memoria aquella carta de Orugario a Escrutopo en la que le recomienda que usufructúe el “orgullo de ser cristiano” de la novia del "paciente". Ese orgullo, que Lewis explica tan magníficamente, puede devenir en cierto espíritu, sino de secta, al menos de logia. “Nosotros”, los iniciados que sabemos más que el resto de los cristianos, “nosotros”, los iluminados que reconocemos los errores de los demás y jamás los propios, “nosotros”, los caritativos que amamos la Verdad y por ello corregimos (a nuestros hermanos pero también a al Santo Padre) sin caer en la cuenta de cuánto escándalo y confusión propiciamos.
Alberto Caturelli, en un libro que ahora se reedita en Gladius, señaló hace treinta años los peligros de la autodemolición de la Iglesia partiendo entre otras cosas de la corrupción de lo sobrenatural. Y allí, para bien de todos nosotros, declaró que son tres los grandes signos de la mentada corrupción: la negación de María, el olvido de Satanás y la negación del magisterio petrino (La Iglesia Católica y las catacumbas de hoy, capítulo III). Y no se trata de hacer una disquisición sobre la infalibilidad papal – tal como suelen hacer los muchachos de PCI – sino de aceptar que Su Santidad es el ViceCristo, el Vicario de nuestro Señor en la Tierra, el Puente agraciado con los dones del Espíritu Santo que nos ayuda a transitar este Valle de Lágrimas. La garantía de infalibilidad, por otro lado, la sella nuestro Señor cuando le dice a Pedro: “Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para zarandearos como se hace con el trigo. Yo he rogado por ti, a fin de que tu fe no desfallezca. Y tu, una vez convertido, confirma a tus hermanos”. (Lc 22, 31-32). No hace falta más para el cristiano.
Porque la verdad es que cuando nosotros – humildes desengañadores – y Panorama Católico seamos sólo un recuerdo en el corazón de nuestros seres queridos, el Vaticano estará allí donde está hoy y, como dice Castellani, “todavía en medio de otros pueblos y otros nombres, y sin sombra de ruina ni desmedro, levantará la mano dulce y pía bendiciendo a los hijos de los hombres el sucesor milésimo de Pedro”. Es preciso tener más cuidado con las realidades eternas porque está en juego nuestra salvación.
No quisiéramos que estas líneas motivaran el enojo de los amigos de PCI (en caso de llegar a sus manos). Todo lo contrario. Sin ironía ninguna, es ésta mera corrección fraterna y, si Dios lo permite, cierta reparación de la confusión y escándalo de los fieles que puedan estar mal influidos por los errores de la prestigiosa revista. Y esto lo hacemos sin subirnos a ningún banquito maltrecho, sino desde nuestra miseria, desde nuestra pobre humanidad pecadora, desde nuestro anhelo de salvación para nosotros y para todos los hombres.
B.B.

7 comentarios:

nazarín dijo...

¡Excelente la página!
Desde hoy soy un nuevo y agradecido lector.
¿Qué les pareció esta nota, hablando de "el orgullo de ser cristianos?

http://www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/21-77196-2006-12-04.html

saludos cordiales.

Benjamín Benavides dijo...

Muchas gracias Nazarín. No puedo ver el artículo de Página 12, ¿de qué se trata?

Tito... dijo...

Espero que en PCI aprendan a aceptar críticas. Ya es tiempo.

En otro orden de cosas, sugiero una combinación de colores que facilite la lectura de tu blog (más contraste entre texto y fondo).

Saludos

nazarín dijo...

Es la nota que salió ayer en Página 12. Un reportaje a Leonardo Boff...

Adhiero al pedido del cambio de color para facilitar la lectura.
saludos cordiales.

Benjamín Benavides dijo...

Gracias Tito por tus palabras y sugerencia. Les agradezco que me señalen estas cosas porque soy un neófito en temas "bloggeros". Un abrazo.

Benjamín Benavides dijo...

Gracias Nazarín. Leí lo del pobre heresiarca de Boff. Nada sorprende ya con estos personajes infestados. El problema es que la Universidad Católica de Córdoba lo recibió con los brazos abiertos hace unos días nomás...

Tito... dijo...

Excelente solución cromática.

Acerca de lo de Boff y su crítica a un supuesto infalibilismo:

"...la ideología infalibilista atribuye de forma ilegítima infalibilidades a todas las palabras del Papa. Si al pedir perdón, confiesa que erró, haría algo que no es permitido por el infalibilismo."(Boff)

"Esta obra no es absolutamente un acto de magisterio sino únicamente expresión de mis investigación personal del rostro del Señor. Por lo cual cada uno es libre de contradecirme". (Benedicto XVI, en el prefacio de su libro "Jesús de Nazaret. Del Bautismo en el Jordán a la Transfiguración")

¿Qué queda por decir?

Saludos